Aquí tienes un buen ejemplo de leyenda! Recuerda, a medio camino entre la realidad y la fantasía...
Los primeros dioses
Los más antiguos mexicanos creían en un dios llamado Tonacatecuhtli, quien tuvo cuatro hijos con su mujer Tonacacihuatl.
El mayor nació todo colorado y lo llamaron Tlatlauhqui. El segundo nació negro y lo llamaron Tezcatlipoca. El tercero fue Quetzalcóatl.
El más pequeño nació sin carne, con los puros huesos, y así permaneció durante seis siglos. Como era zurdo lo llamaron Huitzilopochtli. Los mexicanos lo consideraron un dios principal por ser el dios de la guerra.
Según nuestros antepasados, después de seiscientos años de su nacimiento, estos cuatros dioses se reunieron para determinar lo que debían hacer.
Acordaron crear el fuego y medio sol. pero como estaba incompleto no relumbraba mucho. Luego crearon a un hombre y a una mujer y los mandaron a labrar la tierra. A ella también le ordenaron hilar y tejer, y le dieron algunos granos de maíz para que con ellos pudiera adivinar y curar.
De este hombre y de esta mujer nacieron los macehuales, que fueron la gente trabajadora del pueblo.
Los dioses también hicieron los días y los repartieron en dieciocho meses de veinte días cada uno. De ese modo el año tenía trescientos sesenta días.
Después de los días formaron el infierno, los cielos y el agua. En el agua dieron vida a un caimán y de él hicieron la tierra. Entonces crearon al dios y a la diosa del agua, para que enviaran a la tierra las lluevias buenas y las malas.
Y así fue como dicen que los dioses hicieron la vida.
Mitología mexicana
JUDITH$:
ResponderEliminarLA LECTURA A SIDO MUY INTERESANTE
ALEX TURDA
ResponderEliminarLla lo se a sido muy bonita
a que si Judith??
ALEX HEREDIA
ResponderEliminarComo mola la leyanda a que si Judith i Alex Turda
RAUL
ResponderEliminarA sido muy interesante me dava un poco de miedo pero weno mola!!!!!
ANAÏS
ResponderEliminarEsta vastante bien la leyenda es muy bonita.
Pero los nombres k salian eran rarisimos no entendia nada de el significado de esos nombres
rarisimos de verdad